domingo, 22 de julio de 2012

Radiactividad, miedo y un grupo de turistas

[Crítica de Terror en Chernobyl (Chernobyl Diaries, 2012)]


Vayamos por partes. La idea de aprovechar un tema como la tragedia de Chernobyl ocurrida en 1986 es original y llega a despertar muchas curiosidades. 

Terror en Chernobyl (Chernobyl Diaries, 2012) de Bradley Parker está filmada en los escenarios reales para adicionarle esa cuota de realismo crudo. La historia relata la experiencia de un grupo de jóvenes que, por curiosear, terminan atrapados en la ciudad deshabitada de Prypiat que acogió a los trabajadores de la planta nuclear. Aterradora, llena de escombros, neblina y ruidos extraños.

El mayor problema no parece ser quedarse varados de día, sino de noche, donde nada se ve pero todo se siente.

La trama es realmente escalofriante si se la piensa desde trabajar el miedo en forma de algo que no podemos ver, pero la película luego va dando a conocer distintos elementos que siempre estuvieron ahí pero que aparecen a su debido tiempo y fueron dispuestos de tal manera que van desde la completa incertidumbre hasta el descubrimiento casi total. 

Quizá allí mismo es donde la película se topa con sus falencias. Tal vez hubiera sido mejor ver menos e imaginarse más. Igualmente hay que destacar las escenas donde se juega con el simbolismo, como las muñecas rotas y sucias en el piso o cuando aparece una de pie; momento casi cumbre de esa secuencia. Se juega además mucho con las sombras, los grises y algunos negros profundos, como para aumentar la dosis de estupefacción. También somos víctimas de varios sobresaltos dignos de una buena película de terror.

Sin embargo, da la sensación de que aun falta algo y más sobre el final. Un desenlace como tomado de los pelos que reclama una conclusión un poco más acabada. Si se lo quiere catalogar como un final abierto puede estar bien, pero lo cierto es que el film venía mostrando poco y nada  para luego lanzar todo el material por la borda.

La película es buena la primera mitad de su trayecto. Luego va mutando hasta convertirse en algo predecible, aunque su final no lo sea del todo.

De las actuaciones no se puede decir demasiado. Están bien pero no se destacan por sí solas. Los personajes están inmersos y limitados sólo a un grupo de jóvenes, no se distingue la autonomía y las personalidades de cada uno y puede ser que muy posiblemente sea así adrede.

La historia de Chernobyl es tan rica que si se quiere se puede hacer tres películas diferentes sobre el tema. Sólo hay que saber aprovecharla y este no fue el caso. Es  extraño porque Oren Peli, uno de los guionistas, viene de hacer la impactante Actividad Paranormal (2007), por lo que sabe de alto impacto visual y podría haberse aprovechado mucho más su potencial.

Da la impresión de fugacidad o rapidez clásicas de un reportaje o informe de televisión. La realidad es que se hace bastante corta y estamos en posición de decir que fue una película esperada y tuvo una fuerte apuesta a través de sus afiches promocionales.

Una vez más, estamos ante una gran promoción del argumento (en algún punto al vendernos una película nos prometen cosas) para luego caer en un denominador común, el mismo de siempre, aquel que vemos en todos lados.

En resumen: la película resulta interesante, atrapa, mantiene en vilo al espectador pero luego no se entiende el porqué de tremendo final. Saquen sus propias conclusiones. 


2/5
NE


Ficha técnica:
Título Original: Chernobyl Diaries
Dirección: Bradley Parker
Guión: Oren Peli, Carey Van Dyke, Shane Van Dyke
Estreno (Argentina): 2 Agosto 2012
Género: Terror, Thriller
Origen: Estados Unidos
Duración: 90 minutos
Distribuidora: Diamond Films
Reparto: Jesse McCartney, Pasha D. Lychnikoff, Jonathan Sadowski, Olivia Dudley, Ingrid Bolsø Berdal, Nathan Phillips, Devin Kelley, Dimitri Diatchenko, Kristof Konrad, Alex Feldman


jueves, 5 de julio de 2012

Una inspiración para el desborde

[Crítica de Proyecto X (Project X, 2012)]


Un joven decide ceder su casa para festejar el cumpleaños de su mejor amigo, después de muchas idas y vueltas. Él se imagina una velada tranquila y sus amigos una mega fiesta de cientos de personas, esos clásicos eventos de gran convocatoria típicos de Estados Unidos. 

¿Qué mejor que saber que los dueños de casa se fueron de viaje por todo el fin de semana y que estarán solos por varios días?. Si algo llega a salir mal, tendrán tiempo de arreglarlo y dejar el dulce hogar en las mismas condiciones que lo encontraron. 

Lo que parecía algo normal en toda reunión (un vaso roto, un mantel manchado) sale de sus límites de tal manera que cuesta enfrentarlo al día siguiente.

Los amigos están sorprendidos del nivel de convocatoria mientras Thomas (Thomas Mann), el dueño de casa, tiene sentimientos encontrados. Todo toma otro color cuando se ve sexo por todas partes, el interior de la casa plagado de personas que ni siquiera conoce y cuando entran en juego las famosas pastillas de éxtasis, que no pueden faltar como garantía de diversión.

Proyecto X (2012) es una suerte de testimonio filmado con cámara en mano para hacerlo lo más real posible con buenas imágenes y sonido. Sin embargo, el film no deja ningún tipo de mensaje sino todo lo contrario: un padre que, luego de ver el desastre en el que se ha convertido su casa, por poco no felicita a su hijo por convocar a tres mil personas en una noche. Una suerte de reto muy light que todos deseábamos tener de chicos, en el que todo se minimiza y se sigue adelante con la vida. 

Por su parte, la imagen de la madre (muy preocupada antes de partir a su viaje) queda relegada a un segundo plano, mientras que la figura paterna apaña este tipo de cosas reivindicando el género masculino como el más presente. ¿Una típica familia de los Estados Unidos?.

Por otro lado, la película desenfunda una dura crítica a la juventud desenfrenada, al exceso de alcohol y las drogas duras, complementos inevitables en cualquier sociedad. Parecería como que el director Nima Nourizadeh hubiera tenido ganas de filmar para un público de entre los 18 y los 30 años, porque esta película no la digiere cualquier persona y menos si pasa de los 40.

No es casual que Todd Phillips haya sido el productor de este film. Otra de sus películas salvajes fue ¿Qué pasó ayer? (The hangover, 2009 - 2011). Mismo tinte, mismo descontrol, misma pérdida de memoria a causa de una resaca y muchos temas que resolver luego. Al parecer, este tipo de propuestas pisan fuerte depende de cómo se las mire: una verdadera denuncia social o una película banal y sin sentido que cumple con los cánones del cine superficial   (entretener y ganarse la simpatía de un determinado público por mostrar lo que ellos quieren ver o vivir). 

Los pocos elementos destacables podrían llegar a ser la música, acorde con las circunstancias y marcando el ritmo y progreso de la película, las actuaciones correctas aunque con personajes muy estereotipados y una trama lineal y predecible que no decae pero tampoco evoluciona. Una clásica comedia para jóvenes pero un poco más oscura.


2/5
NE

Ficha técnica:

Título original: Project X
Título alternativo: Fiesta fuera de control
Director: Nima Nourizadeh.
Guión: Michael Bacall, Matt Drake.
Origen: Estados Unidos.
Reparto: Jonathan Daniel Brown, Oliver Cooper, Thomas Mann, Nick Nervies, Brady Hender, Kirby Bliss Blanton.
Fotografía: Ken Seng.
Productor: Joel Silver.
Género: Comedia.
Duración: 88 Minutos
Calificación: AM 16 años
Distribuidora: Warner Bros
Web:  http://www.proyectoxlapelicula.com/

lunes, 2 de julio de 2012

Un viaje al interior de uno mismo*

[Crítica de El camino (The way, 2010)]

Emilio Estevez juega más de un papel en El camino (The way, 2010). Además de encarnar a Daniel, en la ficción el único hijo de Tom Avery, es además el guionista y director de este film emotivo que rompe los moldes de lo racional, y lo convierte en una historia sencilla, pero sensible y fuerte a la vez.

Tom Avery (Martin Sheen) es un conocido oftalmólogo que un día recibe la noticia de que su hijo (Emilio Estevez) ha muerto cerca de los Pirineos. Una vez allí para recoger el cuerpo, descubre que aquél tenía la intención de realizar el Camino de Santiago. Avery, preocupado porque no pudo tener una buena relación con su hijo en vida, decide hacer él mismo ese camino. Un viaje de iniciación para encontrarse a sí mismo y también comprender cómo vivía su propio hijo.

Plagada de paisajes exóticos, mucha historia y con una banda sonora, al parecer, cuidadosamente elegida, Estevez traslada el espectador a un viaje más allá de los sentidos, que le demuestra que los verdaderos amigos se encuentran en los lugares menos imaginados, que aunque uno quiera estar en soledad, siempre encontrar compañía mejora la vida.

A su vez, cuatro historias y personalidades distintas se entremezclan y juegan a ser amigos durante la travesía para reflejar el mensaje de que nadie encara algo por accidente, sino que todo tiene una razón de ser en la vida, hecho que los mantiene juntos y unidos.

El film aborda también el tema de los destinos. Su nombre en inglés The way remite a más de un camino. Metáfora en la manera de vivir que atraviesa Tom al perder a su hijo. El duelo encarnado en cada tramo de la caminata, ese sentimiento de completar el viaje y llegar hasta el final porque su hijo así lo hubiera querido.

Una historia con los silencios necesarios, con sentimientos y emociones a flor de piel. Un film con una propuesta sencilla, pero cuyo tema no deja de ser real y reivindica la necesidad de la compañía, aunque sea de un desconocido, para enfatizar la satisfacción de completar una misión o meta personal.

3/5
SI


Ficha técnica:

Título Original: The Way
Dirección: Emilio Estevez
Guión: Emilio Estevez
Estreno (Argentina): 5 Julio 2012
Género: Aventura, Comedia, Drama
Origen: Estados Unidos, España
Duración: 123 minutos
Distribuidora: Disney
Reparto: Emilio Estevez, Martin Sheen, Deborah Kara Unger, Yorick Van Wageningen, James Nesbitt, Tchéky Karyo, Spencer Garrett, Angela Molina, Carlos Leal, Nacho Estévez, Matt Clark, Antonio Gil, Eusebio Lázaro y David Alexanian



*Crítica escrita para Escribiendo Cine