jueves, 5 de julio de 2012

Una inspiración para el desborde

[Crítica de Proyecto X (Project X, 2012)]


Un joven decide ceder su casa para festejar el cumpleaños de su mejor amigo, después de muchas idas y vueltas. Él se imagina una velada tranquila y sus amigos una mega fiesta de cientos de personas, esos clásicos eventos de gran convocatoria típicos de Estados Unidos. 

¿Qué mejor que saber que los dueños de casa se fueron de viaje por todo el fin de semana y que estarán solos por varios días?. Si algo llega a salir mal, tendrán tiempo de arreglarlo y dejar el dulce hogar en las mismas condiciones que lo encontraron. 

Lo que parecía algo normal en toda reunión (un vaso roto, un mantel manchado) sale de sus límites de tal manera que cuesta enfrentarlo al día siguiente.

Los amigos están sorprendidos del nivel de convocatoria mientras Thomas (Thomas Mann), el dueño de casa, tiene sentimientos encontrados. Todo toma otro color cuando se ve sexo por todas partes, el interior de la casa plagado de personas que ni siquiera conoce y cuando entran en juego las famosas pastillas de éxtasis, que no pueden faltar como garantía de diversión.

Proyecto X (2012) es una suerte de testimonio filmado con cámara en mano para hacerlo lo más real posible con buenas imágenes y sonido. Sin embargo, el film no deja ningún tipo de mensaje sino todo lo contrario: un padre que, luego de ver el desastre en el que se ha convertido su casa, por poco no felicita a su hijo por convocar a tres mil personas en una noche. Una suerte de reto muy light que todos deseábamos tener de chicos, en el que todo se minimiza y se sigue adelante con la vida. 

Por su parte, la imagen de la madre (muy preocupada antes de partir a su viaje) queda relegada a un segundo plano, mientras que la figura paterna apaña este tipo de cosas reivindicando el género masculino como el más presente. ¿Una típica familia de los Estados Unidos?.

Por otro lado, la película desenfunda una dura crítica a la juventud desenfrenada, al exceso de alcohol y las drogas duras, complementos inevitables en cualquier sociedad. Parecería como que el director Nima Nourizadeh hubiera tenido ganas de filmar para un público de entre los 18 y los 30 años, porque esta película no la digiere cualquier persona y menos si pasa de los 40.

No es casual que Todd Phillips haya sido el productor de este film. Otra de sus películas salvajes fue ¿Qué pasó ayer? (The hangover, 2009 - 2011). Mismo tinte, mismo descontrol, misma pérdida de memoria a causa de una resaca y muchos temas que resolver luego. Al parecer, este tipo de propuestas pisan fuerte depende de cómo se las mire: una verdadera denuncia social o una película banal y sin sentido que cumple con los cánones del cine superficial   (entretener y ganarse la simpatía de un determinado público por mostrar lo que ellos quieren ver o vivir). 

Los pocos elementos destacables podrían llegar a ser la música, acorde con las circunstancias y marcando el ritmo y progreso de la película, las actuaciones correctas aunque con personajes muy estereotipados y una trama lineal y predecible que no decae pero tampoco evoluciona. Una clásica comedia para jóvenes pero un poco más oscura.


2/5
NE

Ficha técnica:

Título original: Project X
Título alternativo: Fiesta fuera de control
Director: Nima Nourizadeh.
Guión: Michael Bacall, Matt Drake.
Origen: Estados Unidos.
Reparto: Jonathan Daniel Brown, Oliver Cooper, Thomas Mann, Nick Nervies, Brady Hender, Kirby Bliss Blanton.
Fotografía: Ken Seng.
Productor: Joel Silver.
Género: Comedia.
Duración: 88 Minutos
Calificación: AM 16 años
Distribuidora: Warner Bros
Web:  http://www.proyectoxlapelicula.com/

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