lunes, 14 de enero de 2013

La sinfonía del vampiro

[Review de Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922)]


Por Anxie Brennan



Hagamos la prueba. ¿A qué nos remite instantáneamente la palabra “vampiro”?. Si, correcto; a un chupasangre no nato que duerme de día y sale de noche. Pero para los verdaderos cinéfilos… ¿a qué nos remite realmente ese término?. Puede remontarnos a Drácula (1897), la monumental novela del genial Bram Stoker; también puede coincidir con el clásico conde interpretado por el siempre recordado y homenajeado Bela Lugosi.


Hay cientos de acepciones, conceptos, cuentos, películas y hasta series que conmemoran este gran personaje de la novela. Por mi parte, y yendo a lo más antiguo y ahondando en los más profundo del cine clásico (y mudo), la palabra me lleva directamente a pensar en Nosferatu, aquella película de Friedrich Wilhelm Murnau que se filmó en 1922. 

Pero este nombre con el que se bautizó al excéntrico actor Max Schreck para tal personaje no fue acuñado por Murnau, sino que ya daba vueltas por el mundo. No caben dudas de que para Stoker la palabra significaba “no muerto” en rumano, pero el antecedente de esto es el que proviene del folklore de ese país que cita con tal apodo a una raza de vampiros que no se diferencia demasiado de un cadáver en descomposición y que comienza sus actividades necrófagas con sus propias extremidades.

Por otra parte, la escritora Emily Gerard utiliza el concepto por primera vez en su obra La tierra más allá del bosque (The land beyond the forest) para describir a estos vampiros del folklore rumano.

Estas son las evidencias que encierran una mística particular, como un cuento de misterio de esos que no dejan dormir a los niños y que se siguen estudiando y cuestionando hoy en día. 

No es casual que para el papel de este Nosferatu (hay otro film del mismo nombre de Werner Herzog – 1979) hayan convocado al mencionado Schreck. Si de leyendas urbanas hablamos, se cuenta que este hombre era realmente un vampiro y que el propio Murnau le pagó para que mordiera a la protagonista en el cuello en la escena final. E incluso, si nos basamos en su apellido, “Schreck” en alemán significa “miedo” o “terror”. 

En fin, Nosferatu fue la primera gran obra maestra del cine mudo sobre el conde de Transilvana (aquí al Drácula de Stoker se le cambió el nombre por el de Orlok) basada en el libro; y por ello se convierte en casi una reliquia para los amantes del séptimo arte, sumado a que hay muy pocas copias (casi ninguna) de esta película. Actualmente sólo algún suertudo coleccionista cinéfilo debe tener alguna copia y aquellos que quieran verla sólo podrán hacerlo por internet. 

La historia es básicamente siempre la misma en todas las películas: un temible castillo aislado alberga al dueño de una maldición oscura y aquel que ose pasar por allí no saldrá vivo… 

Año 1838. Harker se dirige a Transilvania para vender una casa al viejo Conde Orlok. Cuando llega, comienza a observar una serie de sucesos extraños acompañados de un viejo libro que habla de los vampiros. A su vez, Nina, esposa de Harker, amargada por la marcha de su esposo, se siente atraída por una fuerza superior que la llama.

Esta pieza del cine mudo significó la conjugación en una misma atmósfera del más puro expresionismo alemán, el romanticismo y las primeras incursiones en lo gótico. Desde el vestuario y la palidez del personaje principal hasta el juego de luces y sombras que componen inigualables contraluces y esa arquitectura gigantesca de los escenarios derruidos con techos en punta y plagado de oscuros recovecos que evidencian la magnitud de los decorados utilizados en aquella época. 

Nosferatu se convierte así en la más célebre obra de Murnau y consagra a Max Schreck como un mítico e inquietante personaje aun en la vida real. 

Su caracterización como vampiro con su lánguida y encorvada figura, su negro y largo traje que recubre hasta sus rodillas, sus blancas uñas perfectamente alineadas con sus delgados dedos… cada elemento compone una versión inigualable de Drácula, utilizando el pavor y la impotencia (los personajes fueron mordidos porque se quedan dormidos) como elemento de tensión. 

Quizá para 1922 también resulte extraña la utilización del fast motion en algunas escenas, que intenta someternos a lo hipnótico.

El montaje paralelo, aquel recurso que utilizaba D. W. Griffith en sus películas, también resulta inusual, aunque no por ello poco acertado. La alternancia entre escenarios y personajes otorga una descripción aun mayor (y mejor) de lo que ocurre al mismo tiempo en diferentes ubicaciones. 

Nosferatu es dueña de un dinamismo, un ritmo y un despliegue de recursos que pocas películas del cine mudo alcanzaron. Con el advenimiento del cine sonoro las posibilidades se acrecentaron cada vez más, pero esta cinta desborda exotismo y majestuosidad; es una gran obra maestra por donde se la mire y estará lejos de considerarse una película aburrida, por lo menos para los verdaderos amantes del cine como tal. 

Nosferatu es angustiante, agónica, lírica, oscura y satánica, desde su personaje principal hasta las agobiantes atmósferas tanto interiores como exteriores. Un historia que no se le puede contar a los niños, una clásica película para no dormir que no bloquea su efecto por ser muda. 

Con una banda sonora extraordinaria encargada a prestigiosos músicos y compositores, y simbolismos bien de autor: el vampiro relacionado con las hienas, Nosferatu comparado con la peligrosidad y la furia de las olas del mar y las plantas carnívoras devorándose a un ínfimo animal. 

No por nada el cartel preventivo a la entrada de la sala de cine rezaba lo siguiente: “La empresa ruega a las personas cardíacas y propensas a crisis nerviosas se abstengan de concurrir a este cinema”.


Ficha técnica:

Título original: Nosferatu, eine Symphonie des Grauens
Dirección: F.W. Murnau
Guión: Henrik Galeen
Año: 1922
País de orígen: Alemania
Género: Terror
Duración: 91 min.
Música: James Bernard, Hans Erdmann, Carlos U. Garza, Timothy Howard, Richard Marriott, Richard O'Meara, Hans Posegga, Peter Schirmann, Bernardo Uzeda, Bernd Wilden
Fotografía: Fritz Arno Wagner (B&W)
Reparto: Max Schreck, Alexander Granach, Gustav von Wangenheim, Greta Schröeder, GH Schnell,Ruth Landshoff, John Gottowt, Gustav Botz
Productora: Prana-Film GmbH

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