miércoles, 27 de marzo de 2013

Spacey al poder

[Review de House of Cards (2013)]



Por Juan Pablo Pugliese



Con el protagónico de Kevin Spacey y la producción del célebre director David Fincher, House of Cards se erige como una de las mejores series políticas de los últimos tiempos. 

Antes de adentrarnos en la serie debemos bucear en sus orígenes que, como muchas veces, se encuentran del otro lado del océano. House of Cards es la adaptación de una serie inglesa basada en el libro escrito en 1989 por el político británico Michael Dobbs, quien luego publicaría dos partes más para conformar así una trilogía. Esta obra derivaría en una trilogía de miniseries, conformadas por cuatro episodios cada una: la segunda se llamó To Play the King (1993) y la tercera The Final Cut (1995). Actualmente Dobbs permanece en la función pública en las filas del partido conservador además de ser ya un reconocido escritor de best-sellers.

Traspolada a EE.UU, House of Cards es la primera producción original de Netflix, una plataforma que permite ver contenidos en streaming. La primera temporada (de 13 capítulos) trajo aparejada la novedad del estreno de todos los capítulos a la vez. De este modo, el televidente podía elegir el momento en que quería ver los capítulos y no esperar un determinado día de la semana. Mientras el equipo de producción se prepara para trabajar en el segundo ciclo, la crítica especializada de ese país se pregunta si un proyecto pensado para internet sería nominado a premios destinados para la televisión como el Emmy o el Globo de Oro.

Al igual que la producción británica, la versión estadounidense centra la atención en un político de carrera que, luego de no recibir el puesto que le habían prometido en la nueva administración del país, se encargará de derribar a sus antiguos aliados y avanzar en su carrera sin importar los métodos. 
  
Así, el congresista Francis Underwood contará con la ayuda de su esposa,  interpretada por Robin Wright, y de una periodista (Kate Mara) que a cambio de primicias lo ayudará en sus manipulaciones a través de lo que escribe.

Asimismo es importante destacar que, además de la producción de Kevin Spacey, la producción original de Netflix cuenta con otro productor de lujo: David Fincher (Pecados Capitales, El Club de la Pelea) quien además dirigió los dos primeros capítulos. Otro director de Hollywood que también participó fue Joel Schumacher (8 mm, El Fantasma de la Ópera) quién dirigió los capítulos cinco y seis.

El personaje que interpreta Kevin Spacey simplemente está hecho a su medida y apunta a que el actor se luzca en cada una de las escenas. Este congresista demócrata mira e interpela al espectador cada vez que manipula o amenaza a la gente que tiene a su alrededor para conseguir lo que quiere. Se diría que nadie le hace sombra, excepto Robin Wright que en determinadas ocasiones es igual o tan ambiciosa como él y sabe manipular a la gente con la misma habilidad que su marido.

El espectador descubrirá que, lo que al principio parecía ser una relación por conveniencia con una esposa destinada a ser un bonito adorno en los planes de Frank, se terminará por derrumbar con cada uno de los capítulos para darnos cuenta que ella es una pieza fundamental en los planes que va tejiendo.

En fin, House of Cards es un gran drama político que irá ganando adeptos con el paso del tiempo. Con algunos puntos de contacto con Boss, la serie protagonizada por Kelsey Grammer en la que interpretaba al alcalde de Chicago y que contó con sólo dos temporadas, esta serie es todavía más oscura y promete una segunda temporada en la que habrá más Frank Underwood para deleitarse. 

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