miércoles, 2 de octubre de 2013

El final perfecto

[Review sobre el final de la serie Breaking Bad]


Por Juan Pablo Pugliese


¡Alerta de Spoilers!



El pasado domingo finalizó Breaking Bad. La historia del profesor de química devenido en lord de las metanfetaminas interpretado por Bryan Cranston concluyó luego de cinco temporadas con un final perfecto.

Felina es el título que eligió Vince Gilligan para el último episodio. Anagrama de "Finale" o, si se quiere hilar más fino, podría separarse en sílabas y obtener tres elementos de la tabla periódica con una posible interpretación: Fe (Hierro, principal componente de la sangre), Li (Litio, el metal utilizado en la fabricación de la metanfetamina) y Na (Sodio, el elemento que encontramos en las lagrimas).

Más allá de cualquier interpretación que se pueda hacer, el ultimo episodio fue escrito y dirigido por Gilligan, creador de la serie. Suspenso, algún guiño cómico, drama y acción con un dejo de western tuvieron lugar en casi una hora de puro cine. Gilligan tiene al espectador impaciente desde la primera escena, cuando Walt roba un auto y una sirena se ubica detrás. Una vez que el policía se aleja, Walt encuentra las llaves y un casette de Marty Robbins. Cuando enciende el auto, en el estéreo suena El Paso, una canción que cuenta la historia de un hombre que debe ir a El Paso a rescatar a una mujer llamada Felina.

Más tarde, Walt irrumpirá en tres casas. Primero en la suya para buscar la ricina, aquel veneno que había escondido detrás de la tapa de un enchufe. Luego llegará al hogar de  Gretchen y Elliot para obligarlos a que tomen el dinero que quiere dejar a su familia. Una manera de lavar dichos fondos y darle la posibilidad de un futuro a su golpeada descendencia. Esto lo hará de la manera a la que ya nos tienen acostumbrados los escritores de la serie. A través del engaño, Walt se sale con la suya valiéndose de dos cómplices inesperados: Skinny Pete y Badger. Su aparición cierra la secuencia con un guiño cómico espectacular.

El punto narrativo fuerte fueron sin dudas las despedidas. La aparición de Walter detrás de la columna es un ejemplo perfecto de suspenso. Luego seguirá el drama con la confesión a su esposa sobre el motivo que lo llevó a convertirse en criminal y el punto más alto será la despedida silenciosa de sus hijos. Ellos no sabrán nunca  que su padre estuvo presente para decirles adiós pero los espectadores serán testigos preferenciales de esa despedida dolorosa y sentida.

Y todo esto nos lleva al gran final. Luego de encontrarse con Lydia, suministrarle la ricina en un paquete cerrado de Stevia (¿Cómo lo hizo? Es tal vez uno de los mayores interrogantes del capítulo) y concertar una reunión con Todd y la banda neonazi de su tío, llega lo que todos estábamos esperando.

Con una escena bien tarantinesca, Walt se vale otra vez de su ingenio y prepara cuidadosamente un artilugio que activará a la distancia con un control remoto. A continuación llega el momento culmine del episodio, si bien toda la secuencia es inverosímil si consideramos que el protagonista tuvo que tener en cuenta muchas cosas que parecen imposibles: el ángulo de tiro, que todos los objetivos estén al alcance y sobre todo hacerse del control para que su plan se ejecute de la manera pensada.

Y aquí viene lo que parece la redención de Walter White. En un arrebato de remordimiento por todo el daño que le ha causado a Jesse con el correr de las temporadas, se abalanza sobre él y le salva la vida. Luego dejará la suya en sus manos pero Jesse, al ver que su ex profesor de química ya está condenado, se escapa a toda velocidad con rumbo incierto.

En una entrevista, Vince Gilligan confesó que uno de los mejores finales que vió en su vida fue el de The Searchers (1956), conocida por estas latitudes como Más corazón que odio, y, entre risas, admitió que lo copió. Aquella película de John Ford donde el personaje de John Wayne se adentraba en territorio indio para rescatar a su sobrina. Al darse cuenta de que había sido criada como una india más, decide que debe matarla pero luego recapacita y la lleva a su hogar.

Aquel final sirvió como clausura de este. Walt, que muchas veces pensó en matar a Jesse y hasta había dado la orden, finalmente se redime y lo salva. Con su ex socio en libertad, Walt se dirige hacia el laboratorio que habían levantado los neo nazis con Todd. Y allí, solo, cae mientras suena “Baby Blue” de Badfinger. La policía entra, la cámara se aleja mientras Walt y su alter ego Heisenberg se despiden para siempre.

Un final fiel al estilo de toda la serie que podrá gustar a unos más que a otros pero que sin dudas contará con la aprobación de todos los espectadores que fuimos testigos del cambio de este profesor que, cansado de su monótona vida y aprisionado por su enfermedad, decidió abrirse paso y perseguir su american dream.

“La química es el estudio de la transformación”. le decía Walter White a sus alumnos. Y eso fue lo que vivimos a través de estos cinco años: la perfecta transformación de un hombre bueno en uno de los villanos que quedaran grabados a fuego en la memoria de los televidentes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena nota, Juan!!!
Realmente me llegó al corazón el final. Broche de oro para una de las mejores series que he visto.
Saludos
Diego Atienza

Anxie dijo...

Hola Diego.
Muchas gracias por pasar por nuestro blog y dejar tu huella.

Te esperamos con más y nuevos comentarios.


Saludos!