sábado, 9 de junio de 2012

Una charla con Satanás*

[Crítica de Exorcismus, 2010)]


Lo que parecía ser otra película de exorcismos regular y corriente, como las que los fanáticos del género están acostumbrados a ver, se descubre mucho más profunda y oscura. Exorcismus (2010) se convierte (tal como lo hace el personaje principal) en digna de pertenecer a un cine diferente y alejado de los cánones y estéticas norteamericanas, de la mano del director Manuel Carballo que supo trabajar a la perfección los sobresaltos poco comunes y contar una historia que va más allá de la posesión para desentrañar un importante conflicto familiar.

Emma Evans (Sophie Vavasseur) es una adolescente problemática e insatisfecha en plena búsqueda de su identidad que desea sentirse libre, lejos de los mandamientos de sus padres. Un día decide hacer algo para acabar con esta situación y para conseguirlo Emma da rienda suelta a sus deseos más ocultos, sin sospechar que de esta forma desencadenará oscuras y poderosas fuerzas que es incapaz de controlar, y que traerán el horror y la tragedia a su alrededor. Inexplicablemente comienza a sufrir extraños ataques que sus padres atribuyen a problemas psicológicos, pero ella sabe que esto tiene un origen distinto y que se irá apoderando de ella de a poco a medida que el tiempo pase.

Una adolescente entra en un baño llorando, toma un espejo, lo rompe y con un trozo del mismo se hace un tajo en la mano. La situación resulta tan extraña como dramática. No se sabe qué ha ocurrido ni por qué ella toma tal decisión. Desde la primera escena, este film desconcierta y esto es lo que tal vez resulte ser uno de los componentes más interesantes. Y más aun cuando, inmediatamente después de este episodio, juega sonriente con su hermano como si nada.

A medida que transcurre la película, se empieza a entender un poco más acerca de esta reacción, adentrándose en oportunos flashbacks dentro de flashbacks que le dan un contexto a la historia y al personaje de Emma, y también al espectador, que para este momento ya no está tan desconcertado con lo que ve y puede ir hilando los hechos.

La trama de la película es más compleja de lo que se cree al principio. Luego aparece su tío Christopher (Stephen Billington), un sacerdote manchado por un exorcismo fallido que accede a ayudar pero que en realidad tiene intenciones más oscuras y peligrosas. Un conflicto familiar de base sacado a la luz acertadamente por el director y que se torna cada vez peor y más dramático.

A pesar de no aparecer en las carteleras ni estrenarse en los cines, esta película resulta digna de verse en otros contextos y podría formar parte de ese cine que no se ve todos los días. La banda sonora es normal, justa y suficiente; el maquillaje y la caracterización se destacan en la metamorfosis de Emma y los sobresaltos no resultan tan obvios. 

Las reminiscencias de este film y de otros con la misma temática son claras. No se despega en ningún momento de la tan aclamada El exorcista (The exorcist, 1973) de William Friedkin. Sin embargo, se puede encontrar alguna que otra diferencia con respecto a esta última: las posesiones son a toda hora y en cualquier lugar y Emma tiene sus momentos de lucidez en los que intenta relacionarse con sus pares y su familia y es conciente de lo que está pasando. Fuera de eso, la base es la misma pero no hay que dejar de lado su estilo y estética de terror europeo con esos saltos que de verdad asustan y una tensión y un dramatismo que no se encuentra en las producciones de los Estados Unidos.


4/5
SI

Ficha técnica:

Título Original: La posesión de Emma Evans
Dirección: Manuel Carballo
Guión: David Muñoz
Género: Terror
Origen: España
Duración: 98 minutos
Clasificación:  AM16
Reparto: Sophie Vavasseur, Stephen Billington, Richard Felix, Jo-Anne Stockham y Lazzaro E. Oertli Ortiz


*Crítica escrita por Ximena Brennan para Escribiendo Cine

No hay comentarios: